Mientras nos preparábamos para un nuevo show y realizábamos refacciones en el techo de nuestra sala de ensayo, se apersonaron unos simpáticos talibanes que aclararon venir en son de paz y se ofrecieron a hacer ellos mismos el trabajo de acondicionamiento del cielo raso. En unos pocos minutos lograron lo que a cualquier occidental le hubiera llevado horas. Si bien accedieron a sacarse unas fotos (eso si: con lentes oscuros y hasta antiparras para no abandonar la clandestinidad), no quisieron saber nada de recompensas ni retribuciones, sólo se limitaron a decir en precario español: “Sus próximas presentacións será en el mes de Julios en el Roxys (sic) de Casares y Sarmientos (sic). Prontos les daremos más detalles” (sic).
Si bien es cierto aquello de que “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, hemos decidido hacerles caso: en breve les informaremos los promenores de la fecha. Una vez más, allí nos veremos.
(más abajo las fotos de nuestros simpáticos amigos).
Si bien es cierto aquello de que “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, hemos decidido hacerles caso: en breve les informaremos los promenores de la fecha. Una vez más, allí nos veremos.
(más abajo las fotos de nuestros simpáticos amigos).

Nuestros amigos, comodamente sentados.

En esta, posando gentilmente. Siempre muy misteriosos.
Talibanes con rostro familiar...
Otro con rasgos familiares, trabajando.

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