martes, 10 de julio de 2007

Salto (Uruguay) 07/07/07

El Viaje
¿Que la Odisea fue escrita por Homero en el siglo IX a. C y es el relato del viaje de Ulises de Troya a Itaca? Entonces, Anzuelos protagonizó una versión más moderna entre el 7 y el 8 de Julio de 2007, con dos países como escenarios: Argentina y Uruguay. Partimos de la Ciudad Autónoma alrededor de las 8 am del sábado 7 de Julio. Ni sospechábamos que 24 horas después seguiríamos en vigilia en búsqueda de un lecho donde pudieran dormir cuatro polvorientos zombies que ya hablaban incoherencias. Una amplísima variedad de discos (buenos y de los otros) rellenaron los 450 kms hasta Concordia, que por momentos ofrecían el paisaje de la sabana africana, según dichos del chofer… A la hora de cruzar, con el Puente fronterizo cortado por la Asamblea anti-papeleras y sin Moisés de nuestro lado que pudiera pedir al cielo la apertura de las aguas como en el Éxodo, cruzamos el Río Uruguay en la lancha colectiva. Luego de la larga espera para tocar, y consumado el show -siendo las 5 a.m. aproximadamente-, una borrosa combinación de fronteras, aduanas y remises con voces del más allá que rezaban algo así como “40, 40, por favor, Hospital”, nos depositó alrededor de las 7 a.m. en un Hotel, donde pudimos desvanecernos por 4 horas. Todavía faltaba el viaje de vuelta pero, ya del lado argentino, no necesitábamos a Moisés...
La Otra Orilla

Una vez más la amabilidad y calidez de los Uruguayos. Memorables escalopes con ensalada en el Hogar de Ancianos, la hospitalidad del señor Milton (casi un contorsionista) y la comprobación de que los charrúas gritan los goles como otrora lo hiciera el memorable entrenador de la Celeste, Jorge Fosatti: ojos desorbitados, venas marcadas, garganta a punto de reventar y un sostenido y agudo grito: GAAAAAAALL!!! La historia se repitió cuatro veces: Uruguay 4-Venezuela 1. En otra escala de la espera, incursionamos en una fonda-gomería-pulpería que parecía salida de una novela del gordo Soriano. Detrás del mostrador, mitad dormido mitad despierto pero no por eso menos amable, su dueño accedió a que le compráramos cervezas con plata argentina. Entre charlas de ocasión y algún partido de fútbol de fondo, desfilaron varias cervezas (con más cuerpo que la argenta y envases más gruesos).
El Show

Tras la larga espera para nuestro turno -pautado para las 23hs, finalmente concretado a las 3:45 am-, ahí estábamos: nadie podrá afirmar si éramos nosotros o nuestros fantasmas sobre el escenario. Del público, muchos se habían quedado: otra vez la gente de Salto nos hacía el aguante y soportaba hasta horas inhóspitas ver a la “banda de Buenos Aires”. Durante el show, el romance con el público se revivió con el correr de los temas y se confirmó de la mano de El Marinero, Mi Rubí (algunos los recordaban -y hasta los cantaban- de nuestro anterior paso por la ciudad), y lógicamente, del cover de la Vela Puerca en su país de origen. Fue casi una hora y media de rock para Anzuelos: fuerza arriba del escenario, pogo y agite abajo -que no cesó a pesar de algún que otro tropezón sonoro-. Toda la escena fue rociada con mucho polvo, que haciendo las veces de humo, coronó la larga noche del festival Cortocircuito.


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