martes, 25 de mayo de 2010

La instantánea con Skay


Los últimos acordes del maestro Skay Beilinson habían dejado humeando los parlantes y auriculares de todas las radios FM que aquella tarde/noche sintonizaron la Rock & Pop. Incrédulos ante lo que había sido una impecable performance en vivo del “Flaco” desde los Estudios Norberto Napolitano, Joe y Noch aniquilaban los últimos maníes que habían sobrevivido al desfile de rubias vestidas de chopp. “Vas a ver que hoy nos lo encontramos”, anticipó el primero señalando la radio. La respuesta de Noch llegó al toque: “llevá la cámara entonces”. Y así fue: unas horas más tarde, Skay atravesaba la puerta de algún bar en algún rincón de Buenos Aires, donde algunos Anzuelos extendían una larga sobremesa con más cacahuates y cerveza. De más está decir que el mítico guitarrista fue saludado casi en forma reverencial y hasta se permitió una humorada (si, señores: Skay, además, hace chistes) cuando se lo felicitó por lo bien que había sonado su banda horas antes: “Fue un buen playback”, dijo.
Pero, claro, ahora faltaba el capítulo de la foto. Según cuenta la leyenda, Beilinson suele prolongar las tertulias hasta bien entrada la madrugada. Esperarlo a que saliera podría llevar horas. A esto debe sumarse que algunos músicos de su banda a los que acudimos para facilitar el trámite de interrumpirlo, no se mostraron del todo accesibles a molestarlo, por lo que la situación se complicaba. Y acá es donde, cuándo no, aparece la figura infalible del Pollo (alias “lo-pedís-lo-tenés-eso-y-mucho-más"), que un rato antes se había sumado a la mesa de Joe y Noch. “Vamos; vos tené lista la cámara”, dijo. Unos segundos más tarde, los tres estábamos parados junto a una larga mesa de músicos, amigos y algún que otro periodista del ambiente del rock que acompañaban a quien alguna vez fuera bautizado "Sky" por Marta Minujín, "por tener los ojos del color del cielo". Un breve diálogo entre el joven guitarrista de Anzuelos y el legendario violero de los Redondos dio pie a la tan ansiada foto que, tras dos intentos debido a un fallido flash, fue tomada nada más ni nada menos que por Gillespi. “Yo soy el fotógrafo”, dijo el conocido trompetista. Aún desconocemos si fue sólo para no posar en la instantánea o por pura buena voluntad. Poco importa: cumplió con creces.
En fin, una mezcla de premoniciones, aciertos, violeros, hábiles negociantes y sobre todo, la buena onda de Skay, que terminó accediendo a la foto sin ningún problema. Un poco de todo para una noche completita y una instantánea histórica de Anzuelos (¿será verdad que Moch sería agregado en breve, photoshop mediante, dado su manifiesto gusto por el guitarrista?) y Beilinson, que posó como un verdadero “tío jodón copado”.